Los impactantes relatos de religiosas de Molina: "No somos esclavas, somos mujeres"

Son varias las que hablaron.

En medio de las demandas de las marchas feministas y en contra de los abusos cometidos por parte de sacerdotes de la Iglesia Católica, un grupo de religiosas de la localidad de Molina, relató sus historias de maltrato, tocaciones y humillaciones que, hasta ahora, no habían sido escuchadas.

Durante la última emisión de Informe Especial, que se tituló "El fin del silencio: 'No somos esclavas, somos mujeres'", entregaron su testimonio de lo que vivieron. Ellas denuncian haber sido consideradas ciudadanas de segunda clase; explotadas y ninguneadas. Dicen que, junto con ser consagradas, ellas también son mujeres que merecen respeto.

“Me molestaba estar mendigando un plato de comida y muchas veces saqué a escondidas, yo no lo niego” relató Marcela, quien denuncia humillaciones al interior del convento de las Hermanas del Buen Samaritano.

Mientras que, Eliana “Me pegó con el puntero en la cabeza y me pegó fuerte y yo salí arrancando”. 

A su vez la ex religiosa Yolanda Tondreaux, aseguró que los abusos se iniciaron apenas se puso los hábitos. "Un sacerdote se me acercó, me tocó el pecho y me dio besos en la cara llegando hasta los labios. Me manoseó. Me dio asco", afirmó.

Otra de las religiosas, Celia Saldivia, manifestó que una vez encaró a un sacerdote que estaba examinando los cuerpos desnudos de otras mujeres, y él le indicó que "es que yo nunca he visto a una mujer desnuda y quiero verla, ¿por qué? ¿Qué tiene?".

También Consuelo Gómez comentó que "a veces despertaba con él aquí (a centímetros de su rostro), mientras todas las demás dormían. Y se paseaba en bata (...) Y a cualquier hora, hasta en la noche, una de repente se levantaba al baño y se encontraba con él ".

Además, añadió que "había otra cama de hermanas que hacían noche. Me pongo a llorar y ella me dice 'no llores, o me vas a obligar a subir a tu cama'. Me puse a llorar y me acuerdo que se sentó al lado de la cama,me empezó a hacer cariños ... y no tuve por donde escapar". 

Finalmente, manifestaron que las obligaron a no contar ni en secreto de confesión lo sucedido.