El testimonio de los reos que fueron castigados en la cárcel: Hablan del gendarme detenido

Todo comenzó en la sala de comida.

Los dos acusados por el brutal crimen de Margarita Ancacoy, Cristián Romero y Jonathan Chávez, entregaron su testimonio de lo ocurrido al interior de la cárcel donde fueron torturados por otros reos, a quienes incluso les aplicaron electricidad. A su vez dieron a conocer el rol que complió el gendarme que se encuentra detenido por esta situación.

Romero declaró antes los funcionarios de la Oficina de Seguridad Interna de Gendarmería manifestando- según consigna La Tercera- que "traté de correr, pero lo único que sentía eran más golpes de puños, pies, objetos cayendo al piso, hasta que en ese momento apareció un gendarme y me ayudó a ponerme de pie y nos llevó hasta un lugar seguro; gracias a su ayuda logré salir vivo de esta situación”.

Chávez también coincidió con esto sosteniendo que "después de varios minutos de agresiones, un interno nos dice que nos paráramos y corriéramos a la salida, por ello tratamos de correr, pero casi todos los internos nos siguieron y continuaban agrediéndonos, pero justo en ese momento llegó un funcionario de Gendarmería, quien nos retiró del patio, logrando terminar con la golpiza que estábamos recibiendo”.

Añadiendo que "cuando los internos nos ordenaron correr a la salida y mientras nos golpeaban, el funcionario de Gendarmería nos levantó y nos quitó de encima a los agresores. Gracias a él no sufrimos mayores lesiones”. Cabe mencionar, que el Ministerio Público formalizó al gendarme asegurando que hizo vista gorda de lo que pasaba.

A su vez mencionaron que todo comenzó cuando fueron llevados a la sala de comida “estábamos presos acusados por un homicidio, pero no recordábamos nada ya que estábamos borrachos el día del hecho (…) y de repente varios internos chilenos comenzaron con amenazas de que nos iban a pegar unas puñaladas, que no saldríamos vivos y que nos matarían”. De ahí les cortaron el pelo, y les pegaron con palos y fierros en distintas partes del cuerpo.

“Como habíamos sangrado, los internos nos obligaron a limpiar la sangre con nuestra propia ropa, por ende, nuevamente nos llevaron a la ducha para quitarnos la sangre en donde nuestra ropa quedó toda mojada”, indicaron. Para luego indicar que fue ahí cuando los sentaron en unas sillas y los grabaron enfatizando que tenían que pedir perdón.